Jesús vino para enseñarnos porque era la luz del mundo. Porque: no creía las mentiras del enemigo. Tenía clara su identidad como hijo. Vivía por gracia y no por ley. Enseñó que el Reino de los cielos era libre de enfermedad, angustia, escasez. Permanecía en la palabra de Dios y no en la que el enemigo quería establecer. Caminaba en paz a pesar de las acechanzas y dificultades. Transformaba los ambientes donde iba. Hablaba la verdad de la palabra y con ella traía libertad a los cautivos. Hacia la voluntad del Padre. Finalmente sometió su carne y derramó su sangre para que su Espíritu resucitara y nos diera vida eterna.
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