martes, 26 de julio de 2016

Hay que obedecer


Entender a Dios no es fácil. Porque nuestros pensamientos no son como los de Él. Pero aunque no entendamos, hay que obedecer.

No debió ser fácil para Abraham caminar esperando un hijo en su vejez y con la matriz muerta de su esposa.
No debió ser fácil para Isaac quedarse en un lugar donde había sequía y hambre para abrir pozos.
No debió ser fácil para David dejar de cuidar ovejas para enfrentar gigantes y huir del Rey Saúl.
No debió ser fácil para Daniel caer en el foso de los leones y el horno de fuego esperando por Dios.
No debió ser fácil para Gedeon entrar en batalla con los Madianitas con tan pocos hombres.
No debió ser fácil para Moisés regresar a Egipto donde había matado a un Egipcio y menos para enfrentar el Faraón.
Tampoco debió ser fácil para él extender una vara y esperar que el mar se abriera.
No debió ser fácil para Josué darle 7 vueltas a los muros de Jericó y gritar para que cayeran.
No debió ser fácil para Jesús venir a morir por quienes lo crucificariamos una y otra vez con el pecado.
No es fácil para nadie seguir la voluntad de Dios, pues mientras él ve un panorama completo y una obra terminada, nosotros sólo vemos una parte del comienzo. No poder ver más allá produce temor, inseguridad, posponer, delegar.... pero cuando Dios dice hazlo aunque no entiendas, aunque no te parezca y permanece aún cuando lo haces y no resulta bien. Sólo Dios sabe porque te pone ahí, con esas personas y en esas circunstancias.

En ocasiones juzgamos que el camino tomado no es de Dios porque vienen dificultades, pero El no prometió que no las tendríamos lo que prometió es que todas las había vencido.
Entender a Dios no es inmediato, pero obedecer si.

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