miércoles, 6 de julio de 2016

Esperando recibir la cosecha


Mira, el invierno se acabó y las lluvias ya pasaron. Las flores están brotando, ha llegado la temporada de los pájaros cantores; y el arrullo de las tórtolas llena el aire. Las higueras comienzan a formar su fruto, y las vides fragantes están en flor. (Cantares 2:11-13)

Durante las últimas semanas el Señor ha venido hablando de la siembra, de la poda, de arrancar la mala hierba y sembrar la semilla de su Palabra. De cambios en nuestras tierras, de lluvia y muchas palabras más que tipifican la labranza de un campo que se prepara para dar fruto. Ha venido dándonos instrucciones de como usar su Palabra usando este principio fundamental de la siembra y la cosecha para aplicarlo en lo espiritual. Así como el sembrador siembra su semilla y culmina el proceso de labranza esperando recoger el fruto, durante este tiempo hemos venido en esa espera, en ese cuidado y en esa siembra esperando recibir la cosecha.

Hace unas semanas también nos dijo "alcen los ojos la cosecha está madura". A pesar de que naturalmente demoraba 4 meses, pero sobrenaturalmente ya estaba madura.

Pues bien a través de la palabra que se comparte de cantares, Dios no sólo esta diciendo que ya está madura si no que el tiempo ha cambiado. Ya se fue el invierno que representan las tormentas y el frío de las dificultades, ya se fue ese estado de quietud y de encierro a que lleva un gran invierno. Ya se fue el invierno que hace que las aves se escondan en sus nidos y ni siquiera canten. Ahora ha llegado el verano, ha salido el sol, que da calor y vida. Que ilumina las calles tristes y desoladas. El sol que hace florecer y que aviva los campos. Es el cambio de temporada. Un cambio donde hay canción. Donde hay alegría. Un tiempo de ver el color de las flores. Un tiempo donde se puede recoger la cosecha con libertad. Hay un cambio radical en el clima espiritual y físico. Manifestaciones que se pueden ver y palpar.

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