martes, 26 de julio de 2016

Cada día es una hoja nueva


«Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante» (Filipenses 3:13)

Pablo habla de ALCANZAR algo y da la fórmula para hacerlo...«OLVIDANDO CIERTAMENTE». ALCANZAR una promesa, una meta, un fin, un proyecto, un llamado, necesita el primer paso... Olvidar. Quedarse en el pasado, en lo que ocurrió es querer correr, pero tener el pie atado con cadenas en la «pata» de él. Por más que te esfuerces, por más que hagas no avanzas.

La palabra olvidar no nos lleva a que perdamos la memoria, nos lleva a perdonar y a dejar la ofensa para poder avanzar. Las experiencias desagradables de la vida se quedan anidadas en nuestro interior y son un detonante cuando algo vuelve a suceder. Son columpios en los que el enemigo se bambolea trayéndonos dolor y cambios de estado de ánimo e incluso condenación, para detenernos, desconcentrarnos y desviarnos del camino hacia la victoria. Olvidar implica sanar. No es dejar a un lado, guardar, simular que no ha pasado nada. Es entender lo que pasó, tomar lo que me sirve y sanar lo que queda. De tal forma que cuando se recuerde no haga daño. No duela y no me lleve a actuar por eso. Así es como Pablo usa «CIERTAMENTE», de verdad.

Cada día es una hoja nueva para escribir nuestra vida. Cada día dice el Señor que hace cosas nuevas que salen a la luz. La luz implica el rol de Dios. Vivir en el pasado doloroso es vivir en las tinieblas. ¿Como recibir lo que la luz promete si seguimos en la oscuridad?
Extiendete a lo que está delante.

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