Si amas a Dios y te dejas amar por Él; cuando tu vas a dormir, debes depositar tus ansiedades en sus manos y disfruta con placer y alegría del regalo que Él te da; duerme como un niño que confía en el cuidado y protección de sus padres. Dios es quien te da el sueño, disfrútalo en paz y tranquilidad. Aunque tu vida este llena de problemas y preocupaciones; deja todo en sus manos. Si aprendes a confiar en Dios, no te desvelarás durante la noche, ni dejarás que tu corazón esté atormentado por el temor o el miedo; sino que echarás todas tus ansiedades en manos del Señor, sólo piensa en su gracia y podrás tener un sueño dulce y reparador.
El acostarse a dormir y poder conciliar el sueño, es una muestra de que verdaderamente confías en el cuidado y providencia del Señor. “Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato”. (Proverbios 3:24). Esta promesa debe ser como la almohada, donde descansen tus inquietudes, pensamientos, planes y tu vida en general. Pues estás al cuidado y bajo la protección de Dios. Con el Señor a tu cuidado, no hay sueños malos, terroríficos, pesadillas; con Él no hay lugar para el sueño ligero o que te hace sobresaltar el más pequeño ruido. Tu sueño es tranquilo y relajante. Deja tus ansiedades en Dios y disfruta de este regalo del Señor, repitiendo cada noche como el salmista: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4: 8). LA GLORIA SEA SIEMPRE PARA EL SEÑOR JESUCRISTO...
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