miércoles, 29 de junio de 2016

Tener el mismo pensamiento


Filipenses 2:2-5 Completad mi gozo, tened todos el mismo pensamiento, con el mismo amor, unidos en el alma, teniendo este único pensamiento. Nada hagáis por ambición egoísta o por vanagloria; antes bien con una mentalidad humilde, estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismo; o considerando cada uno sus propias virtudes, sino cada cual también las virtudes de los otros. Haya, pues, en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús,


Es imposible tener el mismo pensamiento si nuestra mente y nuestros pensamientos no han sido ocupados por Cristo y saturados de Él. Sólo cuando esto sucede, espontáneamente tenemos el mismo pensamiento. Si dos personas, incluyendo a las parejas de casados, no están llenas de Cristo, es imposible que tengan el mismo pensamiento. Sin embargo, Pablo aspiraba a que toda la iglesia en Filipos tuviera el mismo pensamiento. Así que, les suplicó a los creyentes que si tenían alguna consolación, algún consuelo de amor, algún afecto entrañable y compasión para con él, que completaran su gozo. Pero ¿cómo puede un grupo de personas tener el mismo pensamiento? Nuevamente decimos que esto sólo se logra cuando los creyentes son ocupados por Cristo y saturados de Él.

Cristo es único; él es el centro y el universo mismo. Cuando Él llega a ser la centralidad y la universalidad no solamente en doctrina, sino también en nuestra experiencia, automáticamente tenemos el mismo pensamiento. La manera en que nos damos cuenta si en verdad tenemos el mismo pensamiento o no, es verificar si tenemos el mismo amor para con todos los santos, si somos uno con ellos en el alma, si no tenemos ambición egoísta ni vanagloria, si estimamos a los demás como superiores a nosotros mismos, y si tenemos en cuenta las virtudes y cualidades de los demás. Estos asuntos nos permitirán comprobar el grado al que hemos sido ocupados y poseídos por Cristo. Si realmente Cristo toma completa posesión de nuestro ser, amaremos a todos los santos por igual.

Además, estaremos unidos en el alma, y nuestra mente sólo se ocupará en conocer a Cristo, experimentarlo, seguirlo y ganar más de Él. Cuando esto suceda, no haremos nada por ambición ni vanagloria, antes bien, estimaremos a los demás como superiores a nosotros mismos y tendremos en cuenta sus virtudes y cualidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario