miércoles, 29 de junio de 2016

Tener el mismo pensamiento y tener el mismo amor


Filipenses 2:2 Completad mi gozo, tened todos el mismo pensamiento, con el mismo amor, unidos en el alma, teniendo este único pensamiento.
Filipenses 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,



La manera en que los filipenses podían completar el gozo del apóstol era que ellos tuvieran el mismo pensamiento, e incluso este único pensamiento (2:2). Según el contexto de este libro, “este único pensamiento” debe referirse al conocimiento subjetivo de Cristo y a la experiencia de Cristo (1:20-21; 2:5; 3:7-9; 4:13). Única y exclusivamente Cristo debe ser la centralidad y la universalidad de nuestro ser. Nuestro modo de pensar debe centrarse en la excelencia del conocimiento y experiencia que tenemos de Cristo. Centrarnos en cualquier otra cosa nos llevará a pensar de otra manera, causando así disensiones entre nosotros.

Lo que le preocupaba a Pablo mientras estaba en la cárcel, eran las disensiones que había entre los filipenses. Los santos de Filipos eran buenos creyentes, y la iglesia en esa ciudad estaba bien establecida. Pero aun así, había disensiones entre ellos, pues aunque eran uno en espíritu, no combatían unánimes con una sola alma, y aunque todos amaban al Señor, no todos tenían el mismo pensamiento. Esto acongojó a Pablo. Así que, movido por su preocupación, les rogó a los filipenses que completaran su gozo siendo uno en el alma y teniendo el mismo pensamiento.

Tener el mismo pensamiento y tener el mismo amor, están estrechamente relacionados. La exhortación de Pablo en el versículo 2 de “tener el mismo amor”, indica que, debido a la disensión en su modo de pensar, los creyentes de Filipos tenían diferentes niveles de amor, es decir, ellos no tenían el mismo amor para con todos los santos con miras a guardar la unidad.

Es posible que hoy en día, en la vida de iglesia, no tengamos el mismo amor para con todos los santos, y también es probable que nuestro amor tenga diferentes niveles. Quizás amemos a un hermano más que a otro. Si amamos menos a cierto hermano, no estaremos muy dispuestos a servirle, mientras que si tenemos más amor por otro, nos excederemos en nuestro servicio al grado de hacerle daño. En conclusión, es posible que amemos a los santos con diferentes niveles de amor. Si este es el caso, no estamos amando con una sola alma, pues tenemos un alma para amar a un hermano, y otra para amar a otro. Como resultado de ello, en lugar de tener una unidad práctica, tendremos disensiones.

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