Dios es bueno, tiene grandes promesas para sus hijos, quiere lo mejor para nosotros, tiene planes de bienestar, eso es claro. Y todo esto nos ha llevado a sólo querer recibir y escuchar de las cosas buenas de Dios, pero de la palabra de exhortación, de instrucción o de transformación, no.
Hay una parte que es de Dios y otra que nos corresponde a nosotros. Hoy día en las Iglesias sólo se habla de bendiciones, pero no de salvación. De prosperidad pero no de santidad. De promesas pero no de obediencia. Y de esa manera se maneja todo. Si pones una promesa en tu muro todos la comparten o les gusta, pero si colocas una palabra de exhortación no la quieren leer.
Dios es bueno hasta para decirnos donde estamos errando y que debemos de cambiar.
Reciban mi instrucción y no la plata, y conocimiento antes que el oro escogido. Proverbios 8:10
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