Yo el Señor, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo.
Isaías 44:24
Quién creó estas cosas... El Dios eterno... el cual creó los confines de la tierra.
Isaías 40:26 y 28
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La mayoría de los científicos actualmente se adhiere a una hipótesis sobre el origen del Universo, llamada la teoría del <<big bang>>.
A partir de un fenómeno comprobado -el alejamiento de estrellas y galaxias, unas de otras, a fantásticas velocidades- admiten la inicial explosión de una extremadamente densa masa, cuya temperatura habría alcanzado miles de millones de grados. Esa materia originaria, pues, habría engendrado -después de su enfriamiento y estabilización- al Universo que conocemos.
Los científicos, utilizando las enseñanzas de los mas recientes descubrimientos, se esfuerzan por justificar sus suposiciones. La audacia de sus especulaciones y la suma del saber que despliegan son impresionantes. Buscan extremar los límites de los conocimientos humanos. Sin embargo, no responden a la pregunta: ¿De dónde y cómo apareció esa masa?
El hijo de Dios recibe la declaración divina: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1); por la fe entiende que los mundos fueron constituidos "por la palabra de Dios" (Hebreos 11:3). ¿Cuándo y cómo se hizo la obra de la creación? Lo que Dios dice en su palabra le basta. Seamos prudentes respecto a todas esas investigaciones, las que, con la intención de comprender los fenómenos físicos comprobados, emiten teorías que apuntan a suprimir la intervención del Creador.
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