martes, 6 de septiembre de 2016

VARONES VALIENTES

Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 1° Samuel 17:45-46

En cierta ocasión el pueblo de Israel se tuvo que enfrentar a un enemigo muy destructivo y fuerte en los tiempos del Rey Saúl, los filisteos fueron a hacerles la guerra a los Israelitas, el pueblo al ver lo grandes que eran los filisteos tuvieron gran temor por sus vidas.

Goliat era un guerrero filisteo que media aproximadamente 3 metros y llevaba una coraza que pesaba aproximadamente 55 kilos, cada día se acercaba al pueblo a desafiar a algún soldado que peleara contra él; pero dice la Palabra de Dios que todos los que veían a aquel hombre huyan de su presencia y tenían gran temor (1° Samuel 17:24.) Pero había un muchacho en el pueblo que era diferente, su confianza estaba puesta en Dios y no le temía a ningún hombre, su nombre era David. David era un pastor de ovejas que pasaba la mayor parte del tiempo cuidando los rebaños de su padre, pero tenia una cualidad que otros no tenían; y es que David gozaba de una relación intima con Dios.

David, se acerco al rey Saúl y le dijo que el pelearía contra el gigante Goliat, evidentemente nadie en el pueblo le creía capaz de lograrlo, pero él estaba decidido a pelear porque sabia de donde venían sus fuerzas. Cuando David se plantó frente a Goliat, le dijo: Tú vienes a mi con espadas y lanza y jabalina, mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tu has provocado, Jehová te entregara hoy en mi mano y yo te venceré y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. (1. Samuel 17:45-46) Y así fue, David cogió varias piedras y con su honda acabó con un guerrero el doble de grande y fuerte que él. Jehová le había dado la victoria.

Esta, es una historia de fe y confianza, todos tenemos gigantes en nuestras vidas que nos atemorizan e intentan derrotarnos, nos desafían y hacen que nos debilitemos, pero mediante esta historia podemos aprender que todos nuestros gigantes por muy grandes que sean, podemos vencerlos si ponemos nuestra confianza y fe en Jehová de los ejércitos. Solo Jehová el Creador del cielo, de la tierra, Creador aún de nosotros mismos, tiene infinito poder para vencer, nada es imposible para Él.

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