domingo, 25 de septiembre de 2016

La Victoria en Tí

«Por tanto, así dice el SEÑOR acerca del rey de Asiria: `El no entrará en esta ciudad, ni lanzará allí flecha alguna; tampoco vendrá delante de ella con escudo, ni levantará terraplén contra ella. `Por el camino que vino, por él se volverá, y no entrará en esta ciudad'--declara el SEÑOR» 2 Reyes 19:32-33

En este momento el pueblo de Dios ha venido siendo asediado por el enemigo. Han sentido que se encuentran rodeados por todas partes. Pareciera que no tienen mucha opción. El enemigo le ha mostrado al pueblo que tiene pocas oportunidades de vencer. Les ha quitado la fuerza y las ganas de luchar. Sienten que la oración no está dando resultados y que no van a tener la victoria sobre tantas cosas que han venido en el último tiempo sobre su vida.

Pero en esta porción bíblica el Señor está hablando justo a aquellas personas que se sienten rodeadas por el mal. Aquellas que sienten que el enemigo les está respirando en el cuello. A ellas el Señor le está hablando a través de esta Palabra, que aunque puedas ver las acciones del enemigo, aunque haya logrado angustiarte y detenerte. Aunque pareciera que es más fuerte que tu. El no tiene más fuerza que el Señor. Cuando Dios decide actuar, el enemigo tiene que huir porque sabe que es un león sin dientes que no puede enfrentarse al Todopoderoso.

Dios ha tenido razones para que el enemigo te haya rodeado, un entrenamiento, una prueba, un nuevo nivel, una manera de obligarte a mirar hacia algún lado, darte armas de asalto, llevarte a otros niveles de guerra espiritual o de conocimiento. Por eso aunque hayas visto al enemigo, este no te ha podido tocar. Y ahora el Señor se levanta para hacerlo volver por donde vino.

El diablo no puede entrar en tu vida, en tu casa, en el camino de tus hijos, ni en tu matrimonio, ni en las promesas que Dios te ha hecho, ni tampoco en su propósito contigo. A través de esta Palabra el Señor está anunciando su acción contra Satanás, su vergüenza, su huida. Si sigues leyendo 2 Reyes te darás cuenta la batalla que Dios le da al enemigo y la victoria que te da a ti.
Llegó el tiempo de tu victoria.

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