martes, 4 de octubre de 2016

Seremos llamados a casa

"Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob." Génesis 50:24.

José había sido una providencia encarnada para sus hermanos. Todos nuestros Josés mueren, y miles de consuelos mueren con ellos. Egipto ya no fue nunca lo mismo para Israel después que José murió, y el mundo tampoco será para nosotros lo que fue cuando nuestros seres queridos vivían.

¡Pero vean cómo fue aliviado el dolor de su triste muerte! Ellos tenían una promesa de que el Dios vivo los visitaría. ¡Una visita de Jehová! ¡Qué gran favor! ¡Qué gran consolación! ¡Qué cielo en la tierra! Oh, Señor, visítenos en este día; aunque en verdad no somos dignos de que entres bajo nuestro techo.

Pero fue prometido algo más: el Señor los haría subir. Ellos encontrarían en Egipto un frío recibimiento después de que José hubo muerto; es más, Egipto se convertiría para ellos en casa de servidumbre. Pero no sería así para siempre; ellos saldrían mediante una liberación divina, y marcharían a la tierra de la promesa. No lloraremos aquí por siempre. Seremos llamados a casa, a la tierra de gloria, para unirnos a nuestros seres queridos. Por tanto, "alentaos los unos a los otros con estas palabras."

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